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Published on: Culture

¿Cómo que el danzón no es mexicano?

El danzón es un baile muy popular en México, tanto, que si le preguntas a un mexicano de dónde viene, es muy probable que aseguren que nació en su país. Pero no es así, el danzón tiene su origen en Cuba y fue creado por Miguel Faílde alrededor de finales del siglo XIX. Es un derivado de la Contradanza española, la cual de hecho proviene de la Contredanse francesa, es decir, que el danzón es un derivado de un baile que proviene de otro baile y así sucesivamente. Por cierto, a Cuba hay que agradecerle la creación de otros géneros musicales como el mambo, el chachachá, la guajira, la rumba, la guaracha, el bolero, la trova y en gran parte por la salsa.

Pero no nos desviemos del tema, el danzón además de la Contradanza recibió influencia mestiza, de colonos franceses, al igual que de negros y mulatos; convirtiéndose en el primer género surgido en La Habana. Por ello, durante muchos años se le conoció bajo los nombres de “danza criolla” o de “habanera cubana”.

Su origen se remonta a cuando Miguel Faílde en unión con sus hermanos Eduardo y Cándido fundó la orquesta de “Los Faíldes” en 1971; ocho años después, estrenaron el primer danzón que se llamó: Las alturas de Simpson. Éste fue interpretado por una orquesta típica de viento que contaba con cornetín, un trombón de pistones, un figle, dos clarinetes en Do, dos violines, un contrabajo, dos timbales y un güiro criollo. Después de ese danzón le siguieron otros como: La Bollera, La Malagueña, Los Tirabuzones, Para la Habana Me Voy, y otros.

El danzón consta de tres partes llamadas: Paseo o introducción, un primer trío de clarinete, un segundo trío de violines y un tercer trío de metales; siendo este último el que tiene el ritmo más marcado y pegajoso. Por muchos años el danzón no sufrió ninguna alteración hasta que el compositor cubano, Aniceto Díaz, mezcló elementos del danzón con los del son cubano; dando como resultado el danzonete.

¿Mas cómo llegó el danzón a México? Su entrada estuvo en dos estados que contaban con los puertos más grandes de ese país en el siglo XIX: Yucatán y Veracruz. Primero conquisto la capital de Yucatán, que en ese entonces se le conocía como “La Blanca Mérida” (porque la mayoría de la gente se vestía de blanco y las casas también estaban pintadas de ese color). Lo cierto es que actualmente, Mérida ya no es la ciudad Blanca de años atrás. Después el danzón llegó a Veracruz, lugar en donde se hizo más popular que antes.

A inicios del siglo XX proliferaron la Ciudad de México (antes Distrito Federal) los salones de baile, donde se tocaba desde vals hasta blues, y por supuesto, danzón. Posteriormente, se crearon salones de baile exclusivos para el danzón, hasta que en 1908 se abrió la academia Metropolitana donde se coronaban a los primeros campeones de este baile.  En 1920 fue inaugurado el Salón México conocido como “la capital del baile urbano”. Este lugar fue un ícono cultural para la clase media mexicana que buscaba conseguir fama y fortuna, ya que uno de los más reconocidos directores del Cine de Oro mexicano (Emilio “Indio” Fernández), había estrenado en 1948 una exitosa película del mismo nombre. Luego, con la llegada de la televisión, los bailes del Salón México se transmitieron a través del país y la idea de convertirse en una cabaretera o bailarín famoso crecía cada vez más.

El rock y el pop fueron sustituyendo al danzón en México, sin embargo aún permanecían los salones de baile dedicados a este género musical. Hasta que en 1994 el danzón revivió en las orquestas mexicanas debido al compositor Arturo Márquez. Fue con la pieza llamada “Danzón número 2”, la cual le fue comisionada por la Orquesta Filarmónica de La Universidad Autónoma de México (UNAM). Esta composición fue dedicada a los pueblos indígenas que se habían levantado en armas formando el movimiento Zapatista.

En palabras de su creador, Arturo Márquez, nos menciona lo siguiente acerca de esta obra: “Cuando escribí ese danzón yo tenía la esperanza por el renacimiento de la música popular, pero también algo muy importante, por lo que ocurría en México en términos sociales en ese momento, con el levantamiento de la voz indígena en Chiapas, a través del Ejercito Zapatista de liberación Nacional (EZLN)”. El Danzón número 2 representa para Márquez la justicia hecha música, y así lo pueden percibir quienes tienen el privilegio de escuchar esta pieza que hace sentir a sus oyentes como parte un momento épico, como si la música se convirtiera en la esperanza misma.

Queda claro entonces que el danzón no es mexicano, pero todavía se baila y se siente como parte de la cultura de este país; incluso en la ciudad de Guanajuato, todos los viernes la gente sale a bailar danzón en el centro de la urbe desde las 5 de la tarde hasta las 10 de la noche. En Mérida, la elegancia y candencia del danzón aún se mantiene en la plaza de Santa Lucía y en agrupaciones como “Danzoneros del Mayab”, quienes están dedicados a rescatar los ritmos tradicionales de Yucatán. Y en Veracruz todavía existen las “Tardes de Danzón” en la Plazuela de la Campaña.